Es cierto que, como afirma P. Rossi, no situamos a Bacon en relación a ninguno de los grandes descubrimientos que modificaron en profundidad el conocimiento de nuestro mundo al principio de nuestra era moderna (el heliocentrismo, el principio de inercia o la circulación de la sangre, por ejemplo). Sin embargo, hizo una decisiva contribución  al nacimiento y afirmación de la ciencia moderna. No sólo al rechazar el finalismo y defender la filosofía mecánica, no sólo al construir una nueva enciclopedia del conocimiento, sino al dibujar ciertos temas que se sitúan en el centro de la modernidad como la función de la ciencia en la vida humana, las metas y valores que deben caracterizar el conocimiento científico, la ‘ética’ de la investigación científica y las formas en que este tipo de conocimiento debe presentarse a sí mismo en comparación con otras formas de la vida cultural: la poesía, la historia, la religión, la ética y la política. En otras palabras, construyó la imagen de la ciencia moderna. Un análisis adecuado de los elementos que configuran su concepción de la filosofía y sobre todo sus actitudes hacia la nueva ciencia permitirá comprender la relevancia de Bacon ya que éstas influyeron poderosamente en el desarrollo del movimiento científico en la Inglaterra del S. XVII. Las ideas de Bacon con relación al estado del saber pueden ser organizadas en torno a tres cuestiones:

      a. El reconocimiento de la inadecuación del conocimiento existente y la necesidad y posibilidad de su avance. Contra la tradición sofística, la tradición hermética, y la especialización.
       b. Los impedimentos que obstaculizan el avance. A juicio de Bacon, uno de los mayores obstáculos para el avance de las ciencias es la reverencia a la Antigüedad, por ello, combatir este mal ayudará a establecer una actitud esencial de la nueva ciencia, la superación de la idea de que nada nuevo puede ser logrado, que lo mejor del conocimiento proviene de los antiguos. Por el contrario, Bacon argumenta que los modernos siempre serán superiores a los antiguos porque el conocimiento progresa por incrementos sucesivos. Pero no sólo por esto, realmente el progreso derivado de las artes mecánicas, según Bacon, puede ser perfectamente contrastado con la corrupción de la filosofía antigua, mientras la primera se desarrolla con el tiempo, la otra degenera.
     c. Los medios por los que el avance de la ciencia puede ser canalizado. El progreso del conocimiento, en primer lugar, sólo es posible tras la adecuada orientación de la mente. Sólo cuando ésta se vea liberada de la opinión recibida y proceda adecuadamente. La razón, o la lógica, opina Bacon, ha estado durante mucho tiempo alejada de los hechos y, por ello, lo que ha hecho es fijar errores más que descubrir la verdad. Por ello, continúa, es importante retornar a un conocimiento puramente sensorio de los fenómenos naturales, y desde esta base, continuar el trabajo pacientemente, siendo constantemente guiados y controlando la mente mediante cuidadosas observaciones y experimentos.

      Insistiremos precisamente en este aspecto. La alta valoración de la importancia de la observación y el experimento, junto con la actitud escéptica respecto a las operaciones de la mente, se convierten en el valor principal de la ciencia del siglo XVII en Inglaterra.

A. Rioja y J. Ordóñez, Teorías del universo. 2 Vol. Síntesis, 1999.

P. Rossi, Francis Bacon: De la magia a la ciencia. Alianza, 1990

Obras de Francis Bacon disponibles en castellano:

1. La gran Restauración. Madrid, Alianza, 1985

2. La Nueva Atlántida. Madrid, Aguilar, 1960

3. Instauratio Magna. Novum Organum. Nueva Atlántida. Porrúa, 1991

4. El avance del saber. Alianza, 1988

5. Teoría del Cielo. Tecnos, 1989.

[Contenidos] [Inicio]